Para un gran amigo...
Con rostro colmado de amor
alzas la mirada al Cielo.
Vas buscando algún consuelo
para apaciguar el dolor.
Nos conmueve tanto, Señor
esa expresión tan humana...
que hay algo más que emana
de tu sereno semblante.
Algo que pide incesante
una luz para Triana.
Buscas en el firmamento,
en el incipiente ocaso,
un fulgor nítido y raso
que te alivie el sufrimiento.
Pero más que en tu tormento
siempre piensas en la gente
que te pide reverente
mientras su mirada eleva
hacia la tuya pues lleva
una luz resplandeciente...
¿Qué luz Tú has encontrado
entre tanta noche oscura
que ofreces con tu ternura
y en una roca postrado?
¿Dónde y como la has hallado
del día a la madrugada?
¿Dónde queda iluminada,
dónde buscas ese fuego
con solamente un ruego
y tan solo una mirada...?
Mas no buscas en la aurora,
ni el alba, ni en la tarde,
pues el fulgor que más arde
solo en un lucero mora.
Así, tu mirada, implora,
para todos un anhelo:
que la Estrella, con su velo
de dulzura, a manos llenas,
ilumine nuestras penas
desde Triana hasta el Cielo.