Algo pasa junto al Arco
y en el aire se vislumbra
cuando sale, como siempre,
la Esperanza cual ninguna.
Todo distinto se vuelve
y todo se transfigura:
el que sonríe, solloza
y el dolorido, se cura.
Todo es distinto hasta en Ella
porque en su rostro se suman
el dolor y la alegría,
el Cielo con las honduras.
El barrio entero se lanza
a la divina locura
que traducido en piropos
pone sentido y cordura.
La Virgen toda halagada,
en una admiración mutua,
hasta olvida por momentos
la razón de su amargura.
De Resolana hasta Feria
la pena está en las últimas
pues primero está la Gracia
rebosante de dulzura.
Todo cambia en la Cruz Verde,
las emociones transmutan.
Es la frontera que marca
una nueva singladura.
Y aparece ahora el gesto
de nostálgica ternura
-pues la luna echa de menos
al lucero que la alumbra-.
Ahora las lágrimas salen
y la sonrisa se oculta.
Se siente en la lejanía
más Macarena que nunca.
Pero antes que la pena
haga sombra a la penumbra
y de a la melancolía
compases a la música,
Sevilla va recogiendo
el caudal a cada súplica
hacia esa Rosa bendita,
-vergel de la donosura-
que tomó en la Macarena
posesión de investidura.
Sevilla toma el relevo
y la siente como suya
-que habrá muchos sentimientos,
pero Madre solo hay una-.
Por eso a la Esperanza
le asalta la coyuntura,
si sonreir con nostalgia
o con más gracia y ternura.
Se decide por la gracia,
toda pena disimula,
que no cabe en esa noche
ninguna pena profunda.
Porque Sevilla la espera,
porque siempre va en la busca
de sus ojos donde encuentra
las respuestas a sus dudas.
Está a gusto la Esperanza
en esta divina alcurnia
que va desde la Alameda
hasta la esquina de Cuna.
Es ahí donde se marca
otro rumbo a la ventura
y otra vez le va asaltando
diferente tesitura.
Qué extraña mezcla en su gracia
de sensaciones se juntan:
que quiere volver al barrio,
mas no tiene prisa alguna,
que quiere estar con su gente
y al mismo tiempo permuta
el Arco por la Giralda
y el lucero por la albura.
Hay otro gesto en su rostro
que doce horas son muchas
y han pasado en ese tiempo
varias emociones juntas.
Pero vuelve ¡ y cómo vuelve!
por si alguno tiene dudas,
siendo la misma Esperanza
que salió bajo la luna.
Vuelve incluso con más gracia,
otro gesto sin angustia
y vuelve con más belleza,
con más amor y hermosura,
más arropada y querida,
más contenta, más segura
y con muchos más piropos,
con más salves y aleluyas.
Pues tras irse hacia Sevilla
nostálgica y taciturna
regresa la Macarena
más sevillana que nunca.