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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Tendiendo puentes


Prodigio de Dios mismo presentido
luciendo entre suspiros sobre un paso:
el sol que se inclinó frente el ocaso
en tu cara celeste ha amanecido.

Contigo todo abismo, por temido,
sucumbe y reconoce su fracaso,
se encumbra tu fulgor al cielo raso
y alumbra al corazón arrepentido.

¿Qué más gloria, por alta y por cercana,
que la tuya, crisol de la mañana,
reguero de hermosura que hace mella?

Te luces, nada menos, y más brillas.
Por eso tienden puentes dos orillas
y les guía en su fe la misma Estrella.

domingo, 4 de julio de 2010

Brilla con luz propia




La Estrella siendo Ella sale en la tarde,
diáfana, brillante a su manera.
Luciendo cual ninguna es la primera,
que en llanto y en gracia deslumbra y arde.

Se luce en su belleza sin alarde,
en la esencia que llaman trianera.
Con Ella ya un lucero no es quimera,
-por eso que en su luz el pueblo aguarde-

¿Cuántas luces relucen allá arriba?
Las mismas que gracias en la dulzura,
como tantas pasiones en un verso.

Pero solo una aquí pasó la criba,
pues ni el quebranto mengua su hermosura,
ni eclipsa a esta Estrella un universo.

martes, 26 de enero de 2010

En todo su esplendor (foto: archivo David Benítez)


Se marcha la noche oscura
vencida por tanto brillo,
constante, vivo y sencillo
de la luz de su hermosura.
Vuelve radiantemente pura
al corazón de Triana.
Misma fina porcelana
en su semblante se asienta
para que el pueblo la sienta
todavía más cercana.

Y vuelve más refulgente
que nunca y mucho más bella,
mas siendo la misma Estrella
que ha venerado su gente.
Seguirá cruzando el puente
para que ilumine al paso
de su trono limpio y raso
la Sevilla de su cielo
y eclipse bajo su velo
la tristeza del ocaso.

Y sueño siempre con eso,
con la luz de primavera
y hacer verdad mi quimera
del amor y el embeleso.
Que en la noche haga un receso,
a la tiniebla ordinaria.
Una viva luminaria
que en el alma resplandezca
y cuando ruegue aparezca
y esté en mi noche, diaria.

Yo siempre soñado había
entre fulgor y centella
tocar del cielo una estrella
para que fuera mi guía.
Mas ¿quién dijo que sería
un sueño que no se gana?
¡Si del cielo no me afana
necesitar un lucero
pues la Estrella que más quiero
yo ya la tengo en Triana!

lunes, 7 de septiembre de 2009

Estrella eterna



Resplandeciente, viva, luminosa
refulgencia en la gloria de su cara
se ilumina. Lucero que ampara
y que orienta cada alma tenebrosa.

Luz que en su tierna mirada reposa
convirtiendo a sus ojos en mampara
que aunque el cielo de pronto se apagara
lo suple su presencia primorosa.

¿Qué será de Triana sin su halo,
sin su luz, sin su clara refulgencia
que es de Dios el más certero regalo?

Que nadie eche de menos su presencia
que aunque sea por un breve intervalo,
también la Estrella brilla por su ausencia.

jueves, 1 de enero de 2009

Nacer con buena Estrella


Solo la pena podía
Proceder de aquellas aguas
Que bañan las dos orillas
Que cielo y gloria entrelazan
Para ser eterno puente
De un quebranto sin pausa.
Solamente la hermosura
Pudo encontrar su morada
En un rostro inmaculado
Como fina porcelana
Donde el suspiro procede,
Donde reposa la gracia
Entre tanto sufrimiento
Sin que merme su prestancia.
Solamente el lucero
Pudo brillar en su cara
Donde no existe oscuridad,
Donde el brillo no se apaga,
Ni tan siquiera la eclipsan
Astros o luminarias.
Solo podía la Estrella
Haber nacido en Triana
Y solo Triana podía
Ser la cuna de su ascua.
Y la Estrella se bendijo
De sentirse como en casa
Sin que el llanto la detenga
En su destello de gracia
Desde que de una aurora
Del mismo cielo bajara.
Y Triana desde entonces
Tiene la suerte de cara
Pues vio nacer en su seno
El lucero que le guarda,
Cuando Dios puso el crisol
Bajo su atenta mirada,
Cuando el agua de ese río
Se convirtió en lágrimas
Y donde el barrio se enciende
En el fulgor de su cara.
Por eso a gusto se sienten
Además de afortunadas
Que es nacer con buena Estrella
Haber nacido en Triana.

martes, 30 de diciembre de 2008

Las Penas de Triana....

Para un gran amigo...

Con rostro colmado de amor
alzas la mirada al Cielo.
Vas buscando algún consuelo
para apaciguar el dolor.
Nos conmueve tanto, Señor
esa expresión tan humana...
que hay algo más que emana
de tu sereno semblante.
Algo que pide incesante
una luz para Triana.
Buscas en el firmamento,
en el incipiente ocaso,
un fulgor nítido y raso
que te alivie el sufrimiento.
Pero más que en tu tormento
siempre piensas en la gente
que te pide reverente
mientras su mirada eleva
hacia la tuya pues lleva
una luz resplandeciente...
¿Qué luz Tú has encontrado
entre tanta noche oscura
que ofreces con tu ternura
y en una roca postrado?
¿Dónde y como la has hallado
del día a la madrugada?
¿Dónde queda iluminada,
dónde buscas ese fuego
con solamente un ruego
y tan solo una mirada...?

Mas no buscas en la aurora,
ni el alba, ni en la tarde,
pues el fulgor que más arde
solo en un lucero mora.
Así, tu mirada, implora,
para todos un anhelo:
que la Estrella, con su velo
de dulzura, a manos llenas,
ilumine nuestras penas
desde Triana hasta el Cielo.

martes, 4 de noviembre de 2008

Manos que lloran...


Son dos lágrimas caídas
de tu semblante tus manos,
por eso tan bien se acoplan
y gimen también de llanto.
Tus manos dicen aquello
que no expresan tus labios
de tanto dolor que guardan,
de la angustia y de los daños
que hace enmudecer la calle
al clamor de tu tránsito.
Mas nunca eclipsa la gracia
de tu cara de alabastro
¡pues qué hermosa sigues siendo,
aunque te vean llorando!
Que conjunción tan perfecta
qué alianza se ha forjado...
Tus palmas con tu rostro,
tu cara, con tus dos manos
en tal armonía van
cada Domingo de Ramos;
en tan bella sincronía
que ninguno lo ha igualado
ni en Sevilla, ni en el mundo.
ni en el cielo ni en los astros...
Tus manos, dos caricias
que al ir de tu faz debajo
ven tu dolor infinito
entre tu estrella trenzado.
Y al ver tus manos la cara
con esos ojos cuajados
de lágrimas que acarician
tus dos mejillas de nardos;
viendo el rubor de tu frente
y tu barbilla temblando
y entre quejido y suspiro
viendo sollozar tus labios,
viendo tu rostro sumido
en el más hondo quebranto
y en la pena más profunda
sin que marchite a tu encanto
parece que al mismo tiempo
lloran también tus manos...

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