Ingratitud inhumana
con insensato desplante
se burla del más humano
divino representante.
Mas esa burla funesta,
cruel, mordaz, lacerante,
en su reflejo celeste,
deja su huella imborrable.
Deja la prueba certera
de como lloran los grandes;
y hace ver a los hombres
que es Jesús, Hijo del Padre,
el hombre que sufre y llora
no por la chanza cobarde,
ni por la mofa mezquina
con la que osaron zafarse
sino por valiente llora
por el resto de los mortales
que algunos con ironía
quieren ridiculizarle
sin pensar que en ese gesto
toda la esperanza cabe...
Pero no importa la befa.
Es inútil tal desaire.
Porque a Él le sobra y basta
con los que van a rezarle.
Y por eso en su presencia
no hay garganta que no calle,
ni ojos que no sollocen
cuando observan que Él lo hace.
Es el Cristo al que se acude
cuando sacuden los males;
es el Cristo que se asoma
en divinos ventanales
para que el pueblo contemple
el más bello paisaje;
para que el cuerpo rendido
de las heridas se sanen
y en cada encrucijada
se guíe el peregrinaje
hasta que llegue el momento
que su Presencia nos llame.
Y de toda la vida,
Él nos guía como nadie
por el buen camino en esta
y en la otra, en el buen viaje.
con insensato desplante
se burla del más humano
divino representante.
Mas esa burla funesta,
cruel, mordaz, lacerante,
en su reflejo celeste,
deja su huella imborrable.
Deja la prueba certera
de como lloran los grandes;
y hace ver a los hombres
que es Jesús, Hijo del Padre,
el hombre que sufre y llora
no por la chanza cobarde,
ni por la mofa mezquina
con la que osaron zafarse
sino por valiente llora
por el resto de los mortales
que algunos con ironía
quieren ridiculizarle
sin pensar que en ese gesto
toda la esperanza cabe...
Pero no importa la befa.
Es inútil tal desaire.
Porque a Él le sobra y basta
con los que van a rezarle.
Y por eso en su presencia
no hay garganta que no calle,
ni ojos que no sollocen
cuando observan que Él lo hace.
Es el Cristo al que se acude
cuando sacuden los males;
es el Cristo que se asoma
en divinos ventanales
para que el pueblo contemple
el más bello paisaje;
para que el cuerpo rendido
de las heridas se sanen
y en cada encrucijada
se guíe el peregrinaje
hasta que llegue el momento
que su Presencia nos llame.
Y de toda la vida,
Él nos guía como nadie
por el buen camino en esta
y en la otra, en el buen viaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario