No es soledad del alma
quien va solo por la vida;
es aquel que no posee
ni esperanza, ni alegría...
Por eso la Soledad
nunca sola camina,
que anticipa con su gesto,
con su tristeza infinita
el preludio de lo bueno,
una promesa cumplida;
Todo lo que le rodea
es divina comitiva:
habrá emoción, recato
que entre el silencio se grita
pero nunca soledad
en la Soledad bendita...
Una saeta que quiebra
lo que queda aun de día;
un suspiro, una añoranza,
una plegaria sentida...
No va sola, la acompaña
en su caminar Sevilla
hecha escaleras, sudario,
y una corona de espinas...
Por eso el Sábado Santo
mientras llorando camina
siempre va acompañada
la Soledad de María.
Y puede caminar sola
hasta el alma más perdida,
mas nunca podrá sentirse
solitaria en su agonía
si en cuerpo y en espíritu
goza de la compañía
de esa Soledad gloriosa
que en San Lorenzo habita.
¡Nunca Soledad tan grande
dio tanta compañía!
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