por altares celestiales
se asoma entre los varales
como luz de amanecida.
Da la fe su bienvenida
y con tal delicadeza,
que todo cariño reza,
y toda emoción palpita
cuando su cara bonita
luce en la calle Pureza.
Calle Larga de Esperanza
que en el gozo desemboca
va poniendo en cada boca
flor, suspiro y alabanza.
Es allí en la lontananza,
junto al remanso del río,
cuando se oye entre el gentío
y entre las flores de cera
mientras suspira y espera
un clamor sincero y pío.
Viene de la otra orilla
y entre suspiros se posa
en la tez de grácil rosa
que arrebola su mejilla.
Es el clamor de Sevilla
que ante Ella se afianza.
Y sin ninguna dudanza
antes que el día despierte
trianera se convierte
al paso de la Esperanza.
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