Es buena ocasión, quizás la mejor, para abrir una nueva entrada destinada a Él, tras haber escuchado quizás la historia más enternecedora e impactante que hasta ahora me han contado. Va dedicada a sus protagonistas, macarenos tenían que ser, que de forma humilde y devota, han sabido demostrar como se debe querer y como se sabe escuchar a Jesús de la Sentencia.
Porque cada vez que le vemos Él siempre nos dice que, con fe y con paciencia, siempre hay Esperanza.
Todo lo daría, todo
por mirar de forma eterna
la dulzura de tu Imagen
que me hipnotiza con verla.
Todo lo daría, todo,
por tener mi vista atenta
en tu presencia divina,
en esa cara serena,
en esas manos atadas
que nos la tiendes abiertas,
por tener ese cariño,
por tener esa promesa
cuando me pongo a pensarte,
cuando mi mente te anhela...
Y mire por donde mire
todo a Ti me recuerda:
una palabra tan solo,
una armonía que suena,
o la sincera mirada
del devoto que te reza.
Un gesto, un aroma, un color,
un esbozo, una idea...
Todo me recuerda a Ti,
todo lo que te rodea.
Pues sin que pueda mirarte
porque lejos estuviera,
basta con cerrar los ojos
y en morado ya se sueña.
O contemplar el semblante
de tu Madre Macarena,
porque tu propia dulzura
en su sonrisa se encuentra.
Y por estar así siempre
yo daría lo que fuera.
Y daría hasta mi voz,
los gozos de mis poemas,
y daría mis sentidos
y todo lo que representan.
Lo único que mantendría
es la fe que tengo puesta
en la virtud de tu Madre
y en la ley de tu Sentencia.
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