Por Osuna repartidos
como lisonjas quebradas
aparecen reflejados
en la profunda mirada
de la Madre dolorosa
que por eso así se llama.
Es, siguiendo aquel dicho,
la cara espejo del alma,
y que con fino quebranto ,
en un caudal de lágrimas
que ahoga de pena su pena
y humedecen sus pestañas,
constatan por qué ese nombre
a sus penas acompaña.
Pero a la vez el contraste
se manifiesta en su cara,
que al mismo tiempo que llora
recibe las alabanzas
del pueblo cuando a su paso
le reza con mil plegarias
hechas con las dulces notas
del llanto en las gargantas.
Para más tierno contraste
a su pena más amarga,
hasta pasa a ser consuelo
en cada desesperanza,
e incluso la algarabía
con tan solo ver su cara.
Por eso su compañía
el Viernes Santo acompasa
el paso del Nazareno,
hermoso crisol que pasa.
En su parroquia el suspiro
para las penas más altas,
desde que sale llorosa
hasta que entra en volandas
da calor a su pueblo
para ser piropeada;
y el encanto de sus calles
entre las parades blancas
a su mirada perdida
le sirve de mejorana,
sirviendo siempre a María
como merece su Gracia.
En cada rincón y esquina
siempre quiere consolarla
y a pesar de lo que diga
el nombre que la proclama
Osuna tiene Dolores
para alivio de sus almas.
1 comentario:
Si pudiera aplaudirte lo haría, el leer tus poemas es sublime.
Te felicito.
Como no iba a sufrir...
¡Como no...su triste mirada!
en su hijo la clavaba,
acababa de morir.
Un abrazo
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