En Ti pongo, Señor, mi confianza,
engrandeces mi estima tras mirarte,
el alma no se cansa de alabarte
y te entrega mis rezos sin tardanza.
A cambio el resplandor de tu enseñanza
sosiego y bienestar siempre me imparte.
Tu dulce placidez mi baluarte
y tu muerte, de vida mi esperanza.
Tú quitas el temor y me haces fuerte
para que pueda llegar a buen puerto
soñando que tan solo estoy dormida.
Y luego tras el sueño me despierte,
compruebe que también estás despierto
y te mire y te rece de por vida.
1 comentario:
Belleza de poema, como siempre,amiga,
te añado con tu permiso:
Confianza hay que tener
a Él, su rostro le delata
sueño es de la esperanza
y de la clemencia grata.
Un abrazo.
Publicar un comentario