
En alto tribunal de madrugada
se escucha entre tambores un castigo;
el pueblo de Sevilla es el testigo
con su alma en la pena aprisionada.
Queda, no obstante, la corazonada
de este pueblo, devoto y buen amigo,
que sabe que el reo trae consigo
la justicia de amor en su mirada.
Ni el dolor, ni el pesar, ni el rostro serio
ni siquiera Pilatos o el Imperio
nos calla, nos censura o nos silencia.
Que estando ya en San Gil bien comprobado
Sevilla se convierte en el jurado
y da su veredicto de inocencia.
2 comentarios:
Algo grande son los sentimientos sevillanos hacia este reo tan especial, este reo que entregó su vida por todos nosotros.
Un agarimoso saludo desde Galicia.
¡Qué preciosidad! Me encanta la forma de expresar los sentimientos que son algo tan intangible.
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